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Consumo cultural
Entrevista a Regla Bonora Soto
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Especialista Principal del Grupo Creativo de Programas Infantiles y Juveniles de Cubavisión, en Televisión Cubana y Profesora Principal del Centro de Estudios de la Radio y la Televisión
Tiene estudios de posgrado en traducción, interpretación y lingüística en la Universidad de La Habana. Ha cursado diplomados de Relaciones Públicas y Publicidad; Comunicación para la
niñez y la adolescencia, Dirección de programas televisivos; y Educación ambiental desde la educación popular en el Centro Nacional de Superación para la Cultura, el Centro de Estudios
de la Radio y la Televisión Cubanas y la Asociación de Pedagogos de Cuba, respectivamente.
Ha asesorado proyectos de contenidos para el desarrollo integral de la primera infancia en Cuba dirigidos a infantes y a la familia y conducido procesos de investigación para la producción
en colaboración con el Centro de Investigaciones Sociales del ICRT, el Centro de Referencia Latinoamericano para la Educación Preescolar (CELEP), el Departamento de Educación
Preescolar la Universidad de las Ciencias Pedagógicas de La Habana, la Dirección de Educación Preescolar del Ministerio de Educación y el Programa de Desarrollo Social Educa a tu hijo.
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1. ¿Cómo te vinculaste con el mundo del audiovisual infantil? ¿Esa podría definirse como tu área de trabajo?
Sí, definitivamente, es mi área de trabajo. Lo es desde que comencé en la televisión; va a ser el próximo noviembre 15 años. Curiosamente, no fue una elección personal. Fue más bien una puerta que se abrió ante mí y por la que decidí entrar, movida, entre otras cosas, por el afecto que le profeso a la población más pequeña y sensible.
Llegué a la entonces llamada División de Programas para Niños y Jóvenes de la TV Cubana a asumir la coordinación de las relaciones entre este grupo de trabajo y los creativos de las televisoras regionales para la inclusión de sus contenidos infantiles y juveniles en el espacio programático de la televisión nacional. Por eso, y a fuerza de lidiar con las temáticas y las problemáticas de la producción para los públicos más jóvenes de forma cotidiana y obligatoria, terminé enrolada y totalmente comprometida –y enamorada, se puede decir– de este campo hasta hoy.
Como coordinadora también tuve la oportunidad de liderar procesos de entrenamiento de profesionales, capacitaciones, eventos nacionales e internacionales, de vincular expertos de diferentes ramas y sectores de la sociedad para el trabajo en sistema favor de la calidad de los
contenidos, entre otros procesos que me han formado como persona y profesional comprometida con las infancias.
Siendo coordinadora también fui asesora de contenidos y, no estando conforme con los conocimientos que tenía hasta ese momento, hice el currículo de la Especialidad de Dirección de Programas y casi sin quererlo me convertí en directora de programas, lo que me dio la
oportunidad de escribir y dirigir contenidos para la primera infancia, espacio prácticamente descubierto y desatendido hasta ese entonces, que se volvió mi pasión y mi teatro de operaciones durante años.
Luego, en 2015, otras circunstancias me colocaron ante la decisión de dejar el trabajo como directora para asumir el de especialista principal de lo que hoy es el Grupo Creativo de programas infantiles y juveniles del Canal Cubavisión, liderando todos los procesos estratégicos, programáticos, productivos, formativos e investigativos que articulan los resultados en este terreno.
En fin, todo lo que he hecho en televisión ha estado vinculado a los audiovisuales infantiles y me ha hecho desarrollarme en el terreno creativo, en la docencia y en la investigación, escenarios que disfruto grandemente. -
No se debe olvidar es que la producción para la primera infancia reclama de dinámicas totalmente diferentes que las de los productos dirigidos a públicos mayores.
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2. ¿Cuáles son las particularidades de la producción audiovisual dirigida a la primera infancia?
Como cualquier otra, la producción dirigida a la primera infancia está enfocada, en primer lugar, en las peculiaridades –psicológicas, biológicas, sociales– de las edades que comprende la etapa y, en segundo lugar, en las posibilidades reales para propiciar su desarrollo integral. Un
producto audiovisual destinado a ella, por tanto, reclama básicamente del conocimiento profundo de ambas cosas.
Pensando en los individuos de la primera infancia como públicos es importante sobre todo conocer sus capacidades perceptivas, por ejemplo, para poder seleccionar formas, figuras, fondos, tintes, saturaciones, combinaciones, ritmos, sonidos, intensidades, duraciones, etc., etc., etc., que tributen a un consumo seguro por parte de ellos.
A ello se le suma, lo que llamo las posibilidades reales para propiciar su desarrollo, que están relacionadas con el contexto, con el aquí y el ahora de la producción del contenido. Esto se refiere a los recursos con que contamos para hacerlo. De todo tipo. Los recursos que hagan materializar las expresiones artísticas y conceptuales para llegar a tributar al desarrollo integral posible de cada personita, en lo que entra también nuestra apuesta educativa y política más allá de la existencia o no, en el escenario en que trabajamos, de determinaciones específicas, políticas públicas o legislaciones de protección y desarrollo de esta población.
Algo que no se debe olvidar es que la producción para la primera infancia reclama de dinámicas totalmente diferentes que las de los productos dirigidos a públicos mayores, tanto si se va a producir con niñas y niños, como si se va a prescindir de ellos. Aunque esta pueda ser una verdad de Perogrullo, suele ser de las cosas que más se olvida y obstaculiza a los creativos para llevar a vías de hecho su propuesta, al no tener muchas veces oídos receptivos del lado de quienes proveen los recursos para entender que esta es una especialidad que reclama de muchas atenciones, de mayor tiempo, de mayor dedicación y esfuerzo que cualquier otra.
Vale aclarar que, aunque los factores etarios determinan similitudes para la producción audiovisual destinada a la primera infancia como regla general en cualquier región o país, los aspectos culturales de cada escenario particular determinarán los derroteros específicos para
la selección de los recursos expresivos a aplicar. Eso quiere decir que no hay una fórmula o una receta específica a reproducir en las producciones; todo depende de un análisis detallado de cada situación particular. -
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3. Una vez me señalaste la importancia de considerar elementos estéticos que son atractivos para niñas y niños, como ciertas paletas de colores, sonidos, etc., en el diseño de una producción. ¿Qué margen te parece que existe para proponer otras estéticas? ¿Te parece que hace falta enseñar a mirar a las nuevas generaciones?
Realmente. Recuerdo que lo dije.
A ver, esto entra en relación con lo que decía de las peculiaridades de la edad. Lo que resulta ser atractivo para esta está relacionado precisamente con la capacidad de percepción y la formación de los reflejos y la reacción a los estímulos del ambiente en que se crece.
Las formas y colores que se seleccionen deberán tener relación con la capacidad del ojo humano de distinguir los objetos a temprana edad. Los sonidos, con la capacidad de discernir las tonalidades, los ritmos, las cadencias por parte del oído. Forma parte del proceso de desarrollo. Tan simple como eso.
Esto no quita que se puedan proponer otros acercamientos artísticos, pero tienen siempre que tener en cuenta estos principios. La introducción a cualquier expresión del arte no está solamente condicionada a un ofrecimiento cultural contextual, sino a una condición específica del desarrollo biológico que no se puede desdeñar. No por gusto, aunque nadie se los haya enseñado, los bebes lloran cuando escuchan tonos graves y sostenidos o cuando no pueden distinguir en la oscuridad.
4. Hannah Arendt plantea que la educación es la forma en que los que estamos en el mundo recibimos a los que llegan. ¿Pensás que esto se puede extender a la comunicación? En ese caso, ¿Qué importancia tienen los contenidos audiovisuales en esa recepción de los que llegan?
En principio la educación es un acto de comunicación, como la comunicación es un acto de educación. Así, en los dos sentidos. No existe una sin la otra. Así sea para bien o para mal. Pero son interdependientes.
Los contenidos audiovisuales son solo uno de los medios con el que tal educación/comunicación puede realizarse. Son el medio en que las últimas generaciones han aprendido a expresarse para –también– “recibir a los que llegan”, para usar las mismas palabras de Arendt.
Pero, que esté claro que se puede educar sin contenidos audiovisuales, ¿OK? Lo que sería de otra manera, con otras pretensiones, con otros lapsos de tiempo, en contextos diferentes…
Ahora, como lo vemos en nuestra actualidad global, es evidente la participación del audiovisual como herramienta edu-comunicativa. En el complejo entramado del texto audiovisual va mucho del contenido cultural –entendiendo cultura en su sentido más amplio, de sistema de relaciones y legitimación se saberes comúnmente compartidos– que transmitimos a esos que llegan, que les brindamos para contribuir a que se inserten en nuestro sistema cultural. Por ende, más allá de la importancia que pueden tener los audiovisuales como contenedores de educación, como extensores de cultura, vale la pena poner la atención en la responsabilidad que conlleva su utilización en la formación de conductas, en la adquisición de valores, en la sedimentación del conocimiento, en la transmisión de culturas.
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La introducción a cualquier expresión del arte no está solamente condicionada a un ofrecimiento cultural contextual, sino a una condición específica del desarrollo biológico que no se puede desdeñar.
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5. Hay gran discusión en torno a la pertinencia o no de que niñas y niños menores de 2 años accedan a las pantallas. ¿Cuál es tu visión sobre esto?
Bueno… primero habría que definir que vamos a entender por acceso a las pantallas y de cuales niños y niñas estamos hablando. Digamos que nos referimos por principio a aquellos que nacen en contextos donde pueda existir al menos una pantalla, cualquiera que esta sea y que la van a mirar y a tocar, si se puede, por un determinado lapso de tiempo.
La sola existencia de la pantalla y el posible acceso de los infantes a ella no determina nada. Las pantallas no son buenas o malas per se. Es el uso de estas por ellos/ellas lo que las hace un artefacto positivo o negativo. Y en este sentido, es el papel mediador de la familia el que resulta la piedra angular. El nivel de acercamiento a las pantallas en mayor o menor grado, la introducción a determinados tipos de contenidos y, por ende, la limitación de los efectos nocivos que puede tener sobre el desarrollo de los infantes –de lo que vastamente se explica en la literatura especializada– está en manos de esta, de la familia.
Es preciso entender, por una parte, que no se trata solo de exponerse a las pantallas, sino del tiempo de exposición a ellas. Nada en demasía es bueno.
Por otra parte, un hecho importante son los contenidos vehiculados por ellas, los mensajes de los mismos, su naturaleza y propósito y hasta los efectos adictivos que estos contenidos provoquen en las conductas de las/los pequeños. Nada que trascienda el rol estimulador sobre las conductas para conectar a los individuos con su entorno en pos de su desarrollo es bueno.
Y, bueno, las pantallas están ahí, en todas partes. Y resultan ser un artilugio muy llamativo para los pequeños desde muy temprano, que tal pareciera que saben usar desde antes de nacer. Regular su uso, emplearlas como un potenciador del desarrollo no depende sino de los adultos.
6. ¿Podrías sugerir películas que a tu criterio deberían ser vistas por niñas y niños?
Mira, casi nunca tengo nombres exactos de contenidos para sugerir, más bien sugiero tipos de contenidos. Se trata de que en la mención de nombres –en lo cual soy pésima, lo admito– puedo omitir algunos importantes, o, en los que menciono, darles una relevancia por sobre otros de igual valor. Y no sería justo.
Creo que sugerir tipos me permite, además, dejar espacio a que se desarrolle más el sentido crítico de los mediadores del consumo audiovisual al seleccionar los contenidos para las/los pequeños de su contexto familiar, docente, o social en general.
Por tanto, sugiero contenidos que sean, en primer lugar, protectores de la infancia, que estén alineados con sus necesidades y posibilidades de crecimiento, con sus derechos, que sirvan de estímulo para crear sentimientos positivos, que fomenten el amor a la familia, el respeto por los otros y por lo otro, ya sea del entorno natural o social, que tengan una perspectiva biocéntrica opuesta al antropocentrismo que ha marcado para mal nuestras relaciones con el entorno.
Con estos enfoques hay mucho que escoger dentro y fuera de nuestra región. Solo hay que tener un buen ojo y deseos de favorecer a nuestras pequeñas audiencias.